jueves, 8 de marzo de 2007

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA


El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su Día, pueden contemplar una tradición de no menos de 90 años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

Si bien las manifestaciones de violencia contra las mujeres y las niñas varían de un contexto social, económico, cultural e histórico a otro, es evidente que esa violencia sigue siendo una realidad devastadora en todas partes del mundo. Las investigaciones, los datos y los testimonios existentes de mujeres y niñas de todo el mundo proporcionan pruebas escalofriantes. Se trata de una violación generalizada de los derechos humanos y un grave impedimento para el logro de la igualdad de género, el desarrollo y la paz.
Esa violencia es inaceptable, ya sea perpetrada por el Estado y sus agentes o por miembros de la familia o extraños, en el ámbito público o privado, en tiempos de paz o de conflicto.

Por otro lado, no podemos olvidar que
en los países industrializados, las mujeres con trabajo asalariadoapenas ganan la mitad de dinero que los hombres por desempeñar las mismas funciones. Sufren más despidos que ellos y, cuando llegan a casa por la tarde, tienen que realizar las labores domésticas. También son ellas las que se encargan casi siempre de los niños. Sin embargo, las occidentales viven comparativamente mucho mejor que las mujeres de los países pobres o en vías de desarrollo.

Así, la eliminación de la violencia contra la mujer sigue siendo uno de los desafíos más graves e imperiosos de nuestros tiempos. La erradicación social de la violencia contra la mujer y las condiciones sociales que le permitan a ésta una inserción real en el mundo laboral, en condiciones de igualdad y justicia social, sólo se logrará con el trabajo unido de todos y todas y con la redistribución de la responsabilidad del trabajo socialmente necesario que constituyen las labores domésticas y el de la responsabilidad de la crianza de nuestras futuras generaciones.